Dolor pélvico crónico: qué es, síntomas y causas

El dolor pélvico crónico afecta a millones de personas, especialmente mujeres, y puede tener un gran impacto en la calidad de vida. Aunque suele estar asociado a causas ginecológicas, puede tener múltiples orígenes y también existen diferentes enfoques para su tratamiento. 

En este artículo abordamos qué es, cuáles son sus síntomas y causas más frecuentes, y qué opciones de diagnóstico y tratamiento existen actualmente para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

¿Qué es el dolor pélvico crónico?

Se considera dolor pélvico crónico aquel que persiste durante más de seis meses y se localiza en la parte baja del abdomen, entre el ombligo y la zona inguinal. No siempre tiene una causa clara y puede presentarse de forma constante o intermitente.

Más allá del malestar físico, este tipo de dolor puede tener un impacto profundo en la vida diaria. Es frecuente que afecte al descanso, la concentración, las relaciones personales e incluso al rendimiento laboral. Además, la incertidumbre sobre qué lo provoca o cómo tratarlo de forma efectiva genera con frecuencia ansiedad. Este estado de alerta constante puede contribuir al insomnio o a síntomas depresivos, formando un círculo difícil de romper si no se aborda de forma adecuada.

Síntomas del dolor pélvico crónico

¿Cómo se manifiesta el dolor?

El dolor puede ser:

  • Como una molestia aguda, punzante o tipo calambre.
  • Como un dolor difuso, menos intenso pero persistente.

Puede presentarse:

  • Localizado en un punto específico del abdomen bajo.
  • Irradiado hacia otras zonas, como la espalda, los muslos o la región lumbar.

La duración del dolor puede ser muy variable: desde episodios breves e intensos hasta periodos prolongados en los que la molestia se mantiene de forma continua. Algunas situaciones pueden agravar la situación como la menstruación, el esfuerzo físico o las relaciones sexuales.

Síntomas asociados más frecuentes

Además del dolor, es habitual que los pacientes experimenten una serie de efectos secundarios asociados como:

  • Sensación de presión en la pelvis.
  • Molestias al orinar o defecar.
  • Dolor durante o después de las relaciones sexuales.
  • Fatiga general, cambios en el estado de ánimo o molestias al caminar o estar sentados mucho tiempo.

Causas del dolor pélvico crónico

El dolor puede tener múltiples orígenes, y a veces es el resultado de varias causas combinadas:

Causas ginecológicas

Muchos casos de dolor pélvico crónico tienen su origen en alteraciones del aparato reproductor femenino, especialmente en mujeres en edad fértil.

  • Endometriosis.
  • Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP).
  • Fibromas uterinos.
  • Síndrome de congestión pélvica.

Causas urológicas

Los trastornos del sistema urinario también pueden provocar dolor persistente en la pelvis, a menudo acompañado de síntomas como urgencia o molestias al orinar.

  • Cistitis intersticial.
  • Infecciones urinarias recurrentes.
  • Obstrucción urinaria parcial.

Causas digestivas

Algunas enfermedades del aparato digestivo pueden reflejarse como dolor en la zona pélvica, sobre todo cuando hay inflamación o alteraciones en el ritmo intestinal.

  • Síndrome del intestino irritable (SII).
  • Enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn o colitis ulcerosa).
  • Estreñimiento crónico.

Causas musculoesqueléticas

Alteraciones en músculos, articulaciones o nervios de la región pélvica, lumbar o de la cadera pueden generar dolor que se percibe como pélvico.

  • Disfunciones del suelo pélvico.
  • Contracturas o debilidad muscular.
  • Lesiones en la zona lumbar o cadera.

Causas neurológicas o mixtas

En algunos casos, el dolor no se debe a una lesión evidente, sino a un mal funcionamiento del sistema nervioso o a una percepción aumentada del dolor.

  • Neuralgia del pudendo.
  • Síndrome miofascial.
  • Dolor somatizado o amplificado por el sistema nervioso.

¿Cómo se diagnostica el dolor pélvico crónico?

Evaluación médica inicial

El diagnóstico comienza con una historia clínica completa, exploración física y evaluación del dolor. Es fundamental identificar el patrón, la duración y las características del dolor.

Pruebas y estudios complementarios

En función del caso, el especialista puede solicitar:

  • Análisis de sangre y orina.
  • Ecografías pélvicas o transvaginales.
  • Resonancia magnética.
  • Estudios urodinámicos.
  • Evaluación del suelo pélvico por parte de un fisioterapeuta.

Tratamientos disponibles para el dolor pélvico crónico

El abordaje del dolor pélvico crónico debe adaptarse a la causa o causas implicadas, y suele requerir un tratamiento combinado que integre distintas disciplinas. Estas son las principales opciones:

Tratamientos médicos convencionales

Incluyen el uso de analgésicos para controlar el dolor, anticonceptivos hormonales en casos de origen ginecológico, antibióticos cuando existe infección, y neuromoduladores si se detecta dolor de origen neuropático.

Fisioterapia y tratamiento del suelo pélvico

La fisioterapia especializada puede ser clave para mejorar la movilidad, corregir disfunciones musculares y reducir la tensión del suelo pélvico, especialmente cuando hay contracturas o debilidad muscular asociada.

Terapias complementarias

En combinación con el tratamiento médico, intervenciones como la acupuntura, el yoga terapéutico, la terapia miofascial o la meditación guiada pueden disminuir el dolor, mejorar la postura y aliviar el impacto emocional del dolor crónico.

Enfoque multidisciplinar

Dado que el origen del dolor suele ser complejo o mixto, un tratamiento integral que incluya ginecología, urología, fisioterapia, psicología e incluso asesoramiento nutricional ofrece mejores resultados a medio y largo plazo.

¿Cuándo consultar a un especialista?

Existen 3 situaciones típicas en las que lo más recomendable es buscar un especialista y comenzar un tratamiento:

  • Si llevas más de 3 meses con dolor pélvico sin un diagnóstico claro.
  • Si el dolor interfiere en tu vida diaria laboral y personal.
  • Si ya has probado tratamientos pero no eliminan el dolor.

El dolor pélvico crónico no tiene por qué convertirse en una carga para toda la vida. Con un diagnóstico adecuado, un enfoque integral y el tratamiento personalizado, es posible recuperar tu calidad de vida y volver a disfrutar de tu día a día sin dolor.

 

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